biografia

el primogenito
Desde su primer mes de vida, Jesús Efraín Serra Heredia hizo del mundo su patio de juegos: del arrullo de las olas en Acapulco a los callejones de Europa antes de cumplir los once años, pasando por Tecolotlán, donde adoptó el acento jalisciense que tantos recuerdos despierta. Viajero nato, combinó la curiosidad de un explorador con la energía de un deportista —voleibolista entregado y orgulloso bailarín de danzas folclóricas— mientras el laboratorio de química encendía en él la vocación de convertirse en Químico Farmacobiólogo. Su partida repentina truncó proyectos y rutas pendientes, pero su último gesto —donar sus órganos— prolongó su travesía en la vida de otros. Esta es la historia de un joven que, entre viajes, ritmos y sueños científicos, dejó huellas imborrables en cada lugar y corazón que tocó.
Primeros pasos y primeras olas (2006-2007)
Nacido aventurero, Jesús viajó a Acapulco con apenas un mes de vida; la brisa marina y el ruido de las olas fueron su primera cuna fuera de casa. Desde entonces, acompañó a su madre en trayectos nocturnos de trabajo, acostumbrándose al vaivén de carreteras y aeropuertos como parte natural de crecer
El niño que hablaba “jalisciense” (2011)
A los cinco años vivió nueve meses en Tecolotlán, Jalisco, y regresó modulando las erres y entonando las frases con el sabor tapatío que lo distinguió durante años. Aquella estancia forjó su gusto por la música regional y despertó su curiosidad por las costumbres de cada lugar que pisaba.
Pasaporte tempranero (2014-2016)
Con diez años ya coleccionaba sellos: caminó por callejuelas europeas, probó sabores desconocidos y aprendió que el mundo es más grande que cualquier mapa escolar. Esos viajes avivaron su deseo de “seguir conociendo hasta donde alcance la vida”.
Adolescencia en tiempos de pandemia (2019-2021
Sus años de secundaria se dividieron entre clases virtuales por la pandemia de COVID-19 y la impaciencia de un corazón inquieto. Cuando regresaron las actividades presenciales, se volcó al voleibol, al grupo de danza folclórica y a los ensayos de baile que llenaban de música la casa.
Vocación química (2022-2024)
Durante la preparatoria descubrió la magia de los laboratorios: frascos ámbar, tubos de ensayo y el misterio de las reacciones químicas. Decidido, ingresó a la carrera de Químico Farmacobiólogo, soñando con mezclar ciencia y servicio para ayudar a otros.
El legado más allá del adiós (2024
Su travesía terrenal terminó de forma repentina, dejando proyectos, destinos y risas pendientes. Pero incluso en su partida Jesús siguió viajero: donó sus órganos, extendiendo rutas de vida en cuerpos que ahora laten gracias a él.
Queda su memoria danzando en cada pasillo donde sonó la jarana, vibrando en cada saque de voleibol y latiendo en quienes recibieron su último acto de amor. Jesús Efraín: el hijo primogénito, el viajero incansable, el bailarín que nunca dejó de moverse en el ritmo del mundo.





Premios
En lugar de un adiós definitivo, su familia y sus amigos hemos decidido dedicarle una premiación íntima y simbólica, en la que él es el único galardonado: una forma de nombrar y agradecer todo lo que nos regaló. Cada “premio” no es competencia ni trofeo físico, sino una palabra, un objeto o un gesto que resume la huella que dejó en nosotros..